Buscando información acerca de la ciencia y la filosofía
para hacer un post acerca de estos temas me encontré con este maravilloso
artículo de Martín Bonfil Olivera, un químico, farmacobiólogo y divulgador
científico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El tema central de
este artículo es la guerra entre filósofos y científicos actuales y sus
controversiales opiniones públicas acerca de sus posiciones, además de la
opinión personal del autor, la cual respeto. Disfrútenlo.
Cada cierto tiempo se desatan pequeñas guerras entre la
ciencia y la filosofía. Los representantes de estos dos importantes campos de
conocimiento sobre el mundo, se enzarzan en curiosas batallas verbales.
A veces son los científicos los que comienzan, al hacer escandalosas
afirmaciones públicas. Por ejemplo, cuando el famoso físico Stephen Hawking,
junto con Leonard Mlodinow, afirmó al principio de en su libro El
gran diseño (Crítica, 2010) que “la filosofía ha muerto”, porque “no se ha
mantenido al paso de los desarrollos de la ciencia moderna, especialmente la
física”, por lo que “los científicos se han convertido en los modernos
portadores de la antorcha del conocimiento”.
Por supuesto, los filósofos también atacan, declarando que la ciencia es sólo
un “constructo sociocultural”, sin mayor validez que cualquier método
adivinatorio. Y cuestionan sus pretensiones de validez, objetividad y
de revelar verdades sobre la naturaleza.
Recientemente el diario inglés The Guardian publicó un
debate entre el filósofo Julian Baggini y el físico teórico Lawrence
Krauss, donde éste último afirmaba que las preguntas sobre el “por qué” de las
cosas, que la filosofía hace, no tienen realmente sentido. Y sostenía que en
realidad son preguntas sobre el “cómo”, que deben ser respondidas utilizando el
método científico, que se basa en el razonamiento lógico y la evidencia
observable. Y predecía que todas las preguntas filosóficas de “por qué” pasarán
a ser, con el tiempo, preguntas de “cómo”, que podrán ser respondidas por la
ciencia. A su vez, Baggini se preguntaba si Krauss no estaba cayendo en el
vicio del cientificismo: la convicción de que la ciencia es la única
fuente legítima de conocimiento, descalificando cualquier otra forma de conocer
el mundo que nos rodea. O, en palabras del historiador y filósofo John Wilkins,
que “toda legitimidad conceptual debe derivar de la ciencia”.
El debate se ha extendido a la blogósfera, donde el bioquímico Larry Moran
discute, en su blog Sandwalk, con el filósofo Massimo Pigliucci –autor del blog
Rationally speaking– la legitimidad de la ciencia y cuestiona la acusación y el
concepto mismo de cientificismo, argumentando que se trata de una simple
etiqueta denigrante. Moran ataca también la noción de naturalismo
metodológico, defendida por Pigliucci: la idea de que la ciencia se limita,
necesariamente, a estudiar sólo el mundo natural, dejando fuera de su ámbito lo
sobrenatural (si es que esto último existiera). Se trata, dice, de un
truco sucio para limitar a la ciencia y evitar que cuestione a la religión… y
la filosofía. (Y a continuación procede a atacar, afirmando que
cualquier conocimiento que no sea científico –incluyendo la filosofía– no es
conocimiento real, sino sólo palabrería hueca, “un castillo de naipes” que “no
nos dice nada”.)
Wilkins, por su parte, le responde a Moran, en su blog Evolving Thoughts,
que el cientificismo es en realidad la encarnación moderna del positivismo,
aquel viejo y desacreditado intento por fundar la ciencia sobre bases absolutas
e indiscutibles, y explica que el naturalismo metodológico no es
una limitación de la ciencia, sino su esencia misma: no se puede
estudiar científicamente algo que no sea observable y no presente
regularidades. (Lo cual no impide, añade, que aborde aquellos aspectos
relacionados con fenómenos supuestamente sobrenaturales que se puedan prestar a
ser analizados científicamente, como por ejemplo hacer estudios para ver si la
oración de terceros puede tener algún efecto curativo en los enfermos.)
La discusión, por supuesto, es absurda. Ambos bandos están a favor del
estudio racional del mundo. Pero caen en malentendidos, como cuando Moran
confunde la crítica al cientificismo con una defensa de la seudociencia o
incluso de la anti-ciencia (la idea de que el desarrollo científico-técnico es
intrínsecamente nocivo). Y al sentirse atacados, caen en el peligroso juego de
competir a ver quién es mejor.
No hay duda: hasta las mentes más cultivadas pueden caer en debates absurdos.
Pero incluso entonces, escucharlas suele ser muy interesante.
El lider de este grupo es Guillermo? Jajajaj sabia que este post venia. Excelente trabajo!
ResponderEliminarJejejejeje, gracias. :D
EliminarWow, me sorprende este post cuando justamente he publicado uno con el mismo tema, espero que de algún modo puedan tener algún soporte uno del otro.
ResponderEliminarNice :D Siiiiii
EliminarMuy interesante este post creo quien redacto este articulo da un punto de vista neutral, es decir, no se inclina o defiende un conocimiento en especifico, sino mas bien que trata de mostrarnos la realidad sobre las opiniones tanto de científicos como de filósofos, donde a pesar de ser personas cultas y poseedores de grandes conocimientos caen en debates sin sentido cuando ven amenazado su área de conocimiento y desarrollo.
ResponderEliminarMaría E. Rodríguez (13-0573)
EliminarJajaja Los dos articulos que publicaron son del mismo tema, que interesante! (13-0588)
ResponderEliminarMuy bueno el articulo.
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