La alfabetización científica es necesaria en la formación teológica.
Tradicionalmente,
las reflexiones de la Teología católica ha estado bastante alejadas del mundo
de las ciencias de la naturaleza, cuando no enfrentadas al sentirse atacadas.
Por lo general, los cristianos que se forman en Teología suelen proceder de
ámbitos culturales en los que las “ciencias” (sobre todo, lo que en el siglo
XIX se llamaban “ciencias experimentales, naturales o ciencias de la
naturaleza”: Física, Química, Biología, Geología) se perciben como un campo
misterioso y alejado de los intereses religiosos o pastorales. Es más: si se
revisan las guías didácticas de las disciplinas teológicas en las Facultades,
no suelen estar demasiado presentes los retos que las ciencias naturales y
sociales plantean a las que podemos llamar en un sentido muy general las
Ciencias Religiosas.
Las
Facultades, como los Institutos de Ciencias religiosas y otros centros de
formación teológica cristiana, van introduciendo aspectos de bioética, de
filosofía de la naturaleza y de las ciencias, de epistemologías. Los retos que
el desarrollo de la ciencia moderna presenta a las religiones, no suele tener
una presencia ni siquiera testimonial en los programas. Sin embargo, en los
países anglosajones, y en ambientes protestantes, la Teología parece ser más
sensible.
En estos
últimos años la reflexión sobre los retos de las ciencias a la Teología ha aumentado
considerablemente, tal como se puso de manifiesto en el Congreso Mundial
Metanexus celebrado en Madrid por vez primera en 2008. No ha sido frecuente,
hasta fechas muy cercanas, el que los teólogos (tanto estudiantes, como
licenciados en teología o en ciencias religiosas, profesores de religión, o
profesores de teología) sepan dialogar con el mundo científico y éste con los
teólogos. El mundo de los científicos ha podido percibirse desde los ámbitos
teológicos o eclesiásticos como un ámbito misterioso de conocimientos
difíciles, especializados, afectivamente poco cercanos al mundo de las
religiones.
En los
últimos años del siglo XX ha aparecido un concepto que creemos de interés
retomar para el marco educativo de una Facultad de Teología. Este concepto es
el de alfabetización científica”, muy enlazado con otros conceptos que, en
algunos ambientes eclesiásticos han creado polémica: los de educación para la
ciudadanía y ciencias para el mundo contemporáneo.
La cultura
científica se va extendiendo cada vez en la sociedad del siglo XXI. Vivimos
rodeados de nuevas tecnologías (teléfonos móviles, ordenadores, MP3, edificios
inteligentes, biotecnología, etc). Y no sólo un ciudadano debe saber usarlas
sino que debe conocer cómo funcionan y los límites éticos de su uso y abuso. El
concepto de “alfabetización científica” está tomando cuerpo y poniendo de
manifiesto que hay muchas personas que tienen pretensión de ser cultas, pero
que en otros aspectos son analfabetos.
En estos
últimos años, se empieza a superar la tendencia hacia la fragmentación de los
saberes y hacia la especialización excesiva. Habíamos llegado a un punto en el
que un “sabio”, un “científico” era aquel humano que “lo sabía todo de casi
nada”. La sociedad del siglo XXI no necesita superespecialistas, sino seres
humanos con una formación científica y humanística que les permita estar en
continuo aprendizaje de nuevas cosas. Aprender a aprender, parece ser el
horizonte que va necesitándose. Esto implica que los ciudadanos del siglo XXI
deben haber desarrollado capacidades que les permitan aplicar sus saberes para
resolver nuevos problemas en contextos diferentes. Desde esta perspectiva, cada
vez se hace más perentorio insistir en la capacidad para establecer puentes
entre las disciplinas de modo que la alfabetización científica permita la
emergencia de los saberes interdisciplinares: conjunto de explicaciones de la
realidad natural y social ajustada a los patrones de la racionalidad.
También crece
el interés entre muchos hombres y mujeres procedentes de medios culturales
científico-técnicos por recabar respuestas a problemas que los mismos
científicos saben que sobrepasan las posibilidades de su propia metodología
científica. Dentro de nuestra sociedad está emergiendo la llamada Tercera
Cultura. Más allá del planteamiento de las dos culturas, la cultura científica y
la cultura humanística que proponía Snow en 1959, aparece ahora la presencia
cada vez más frecuente de científicos que, desde su campo, demandan respuestas
humanísticas y éticas a la sociedad civil.
El
movimiento de la Tercera Cultura, impulsado por John Brockman desde 1995, y
difundida, entre otros, por la web Edge, está dando frutos imprevisibles. Por
otra parte, diversas plataformas de debate interdisciplinar, como Metanexus, la
Cátedra Ciencia-Tecnología-Religión de la Universidad Comillas y otras iniciativas
similares están agrupando e interconectando a científicos humanistas de
diversas religiones o no religiosos. Algo nuevo está brotando.
En este
sentido, las Facultades de Teología, los centros de formación teológica y los
centros Fe-Cultura o de reflexión interdisciplinar deberían tomar conciencia de
su papel en una sociedad atravesada por las nuevas tecnologías. La información
que atropella desde las web debe ser analizada, discernida y asimilada. Las
instituciones de confesionalidad religiosa deben reconfigurar el marco de su
posición dentro de la sociedad del conocimiento.
- · ¿Por qué un creyente debe tener una alfabetización científica?
La finalidad de la enseñanza de las ciencias de la
naturaleza ha ido variando a lo largo de las últimas décadas, a medida que se
ha ido logrando una mayor equidad en la enseñanza, es decir, a medida que se ha
ido extendiendo la educación a niveles más amplios de la población.
Si en un principio se consideraba, y aún hoy se sigue
considerando de una manera implícita por un elevado porcentaje del profesorado,
que dicha finalidad era formar futuros científicos, en este momento los
objetivos de dicha enseñanza deben ser “educar científicamente a la población
para que sea consciente de los problemas del mundo y de su posibilidad de
actuación sobre los mismos, de su capacidad de modificar situaciones, incluso
ampliamente aceptadas”.
- · Alfabetización Científica.
La alfabetización científica implica capacitar a los
ciudadanos para una hermenéutica que desentrañe los mitos y creencias que
articulan nuestras percepciones y nuestras experiencias, nuestro mundo personal
y social. Asimismo, capacitar para asociar esta conceptualización de la
alfabetización crítica a una teoría del conocimiento que reconozca su
construcción social y, por eso, su posibilidad de consonancia con una
perspectiva política liberadora –alfabetización para la ciudadanía-
revitalizando lo público y radicalizando la democracia.
- · Alfabetización científica y educación para la ciudadanía.
Es necesario potenciar una alfabetización científica para
lograr una educación de la ciudadanía. Esta significa que toda la población sea
capaz de comprender, interpretar y actuar sobre la sociedad, es decir, que sea
capaz de participar e incidir activa y responsablemente sobre los problemas del
mundo, con la conciencia de que es posible cambiar la sociedad en que vivimos,
y que no todo está determinado desde un punto de vista biológico, económico y
tecnológico.
Magnífico, Apoteósico! Siempre he pensado lo mismo, como creyente y profesante estoy en la obligación de alfabetizarme científicamente, y no solo para eso, es que "...nadie tiene derecho a la ignorancia, si no lo pagará caro" (Facundo Cabral)
ResponderEliminares un excelente post, estoy totalmente de acuerdo, ya que la fe y creencias se fundamentan por pruebas solidas, hechos comprobables; la misma ciencia ha comprobado la existencia de un ser superior, cada creyente debe plantearse es tipo de educación para defender su fe
ResponderEliminarAwesome!
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ResponderEliminarSer poseedor e inclinarse por un tipo de saber no te da el poder de desconocer otro ámbito del saber, tanto el científico como el filosófico debe de poseer conocimiento general(científico y filosófico) para poder hablar con autoridad y fundamento. María Esther Rodríguez 13-0573
ResponderEliminarMe alegra saber que facultades de formación teológica estén introduciendo a sus estudios aspectos científicos. Estoy totalmente de acuerdo ya que la sociedad necesita este tipo de unificaciones que les permita estar en continuo aprendizaje.
ResponderEliminar12-1028 José Muñoz.
El hecho de pensar que lo que la religion enseña es lo unico bueno y cierto es, probablemente, el punto debil de toda persona religiosa. Creo fielmente que el hecho de tener o no tener ciertas creencias, no te da el derecho de ignorar las otras cosas que existen.
ResponderEliminarÉsto me hace recordar como las religiones que mas influencian la humanidad han afectado el desarrollo de la ciencia, si no hubiera sido por dicha ignorancia estuvieramos varios siglos adelantados a lo que estamos hoy.
ResponderEliminarSería bueno que fomenten la alfabetización científica en la educación primaria que motiven a los niños a querer investigar y descubrir. Es duro pensar que muchos universitarios solo ven su carrera como una manera de obtener dinero y espacio en la sociedad y no de tener una oportunidad de obtener un saber lo suficiente para innovar en nuestra sociedad. Muchos se hacen profesiones ignorantes y es debido al poco interés o conocimiento científico que poseen.
ResponderEliminarSiempre hay que alfabetizarse para todo haci cuando nos digan algo en la calle saber responder y mas cientificamente, debemos saber lo que bamos habla al momento de abrir la boca....... muy buen post
ResponderEliminares muy importante que nuestra sociedad se eduuque ya que esto significa mas avances en el pais. Nunca esta demas un poco de educacion! 13-0588
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